¿Qué hay sobre mí?

Estudié un grado superior de desarrollo de aplicaciones web, donde me enseñaron un montón de recursos útiles que pude aplicar a mi futu… mentira, no aprendí nada. Pero entendí que era una etapa en la que ya no podía fracasar y, quizás gracias a esto y la pasión que pongo en todo lo que hago, encontré un futuro profesional que se alineaba con los objetivos que en ese momento tenía, ah y también obtuve un “título” como el estudiante con la nota media más alta (lo tenía que decir).

Trayectoria

Por azares de la vida, una chica, entonces compañera de clase, me cedió sus prácticas al ella haber encontrado unas que la correspondían mas en el Banco Santander; empresa que me descartó por mi nulo nivel de inglés en aquel momento. Así, tras mi rechazo en el banco, Nuria me ofreció sus prácticas y, en realidad, terminé entrando mediante la recomendación de una amiga suya, que ya trabajaba en la que sería mi primera empresa: Minsait.

Recuerdo que ella me explicaba que trabajaban con un “programa” llamado Salesforce y que se usaba Apex, que era algo muy parecido a Java. Yo, que hasta entonces apenas había oído hablar de un CRM, y mucho menos de Salesforce, acepté sin mayores opciones.

El primer día en Ciudad Real –mi oficina asignada se encontraba allí, aunque solo iba a visitarla tres días en toda mi carrera en Minsait– lo recuerdo con bastante lucidez, sorprendente para mi memoria tan selectiva. Había un montón de chavales en prácticas y yo, al haber entrado por la vía de la “recomendación”, no estaba en ninguna lista oficial; así desde el primer momento tuve que dar la nota, sin ordenador preparado, sin tarjeta de oficina, etc.

Las dos primeras semanas me las pasé exclusivamente haciendo Trailheads (y no fueron pocos), y, si no recuerdo mal, mi primer proyecto fue en IKEA. Pasaron los meses en los que me dediqué a aprender sobre Salesforce como un loco, por amor al arte (y para asegurarme una contratación), ya que eran prácticas no remuneradas. En ese momento, la oportunidad de entrar al mundo laboral era suficiente, sin motivación económica, algo que iría cambiando con el tiempo, pero siempre con la pasión por lo que hago como estandarte.

No me extenderé mucho en mi periodo en Minsait: se resumió en muchísimo aprendizaje, en crear buenas conexiones y en tener la suerte de contar con compañeros grandísimos, bondadosos y gratos, como Alex Turiegano –un profesional donde los hay y, lo más importante, buena persona–. De otro compañero, Juanjo (todo lo compañero que pueda ser un jefe), nació mi actual afición por viajar solo, de forma totalmente involuntaria por su parte y especialmente al sudeste asiático. Importante el hecho de viajar en solitario, no por falta de compañeros de viaje, sino por falta de estos y que a su vez pudieran seguirme el ritmo. Tal vez de aqui nazca mi capacidad de hacer cosas solo, no solo en el plano de lo fisico si no de lo intelectual, el hecho de poder llegar a conclusiones y tomar acción por mi mismo, sin tener que pasar por ese filtro social auto-impuesto (por presión social), aspecto que, cada vez más, me parece simplemente indiferente.

Me di cuenta de que necesitaba un cambio, más o menos, un año y medio después de empezar a trabajar. Por un lado, sentía que lo que hacía se me había quedado pequeño y, aunque lo comunicaba a la empresa, lo que me ofrecían era tranquilidad: proyectos sencillos con clientes agradables que no daban problemas, es decir, la “tranquilidad” que a mis 22 años (en ese momento), con toda una carrera por delante, no podía aceptar. Con ese camino solo se podía encontrar rechazo por mi parte, necesito retos, imposibles, o como lo veo yo: oportunidades.

Así fue como, a mediados de julio de 2023, conocí a idealista. ¿Quién en España no ha oído hablar o utilizado idealista? Aunque sea para cotillear la casa del vecino. Desde Bali, para la primera entrevista (TL), pasando por Lombok para la segunda (HR), La Rochelle para la tercera (CIO) y, finalmente, desde mi casa para la última (COO), fue como me seleccionaran para unirme al equipo de desarrolladores del equipo CRM. En mi mente han pasado como 10 años de esto, seguramente porque ha sido, y está siendo, un periodo intenso en lo personal y lo profesional. Mi trayectoria en idealista ha sido muy enriquecedora en todos los aspectos: disfruto de un equipo excepcional, un liderazgo que hace honor a su rol y, en definitiva, una buena plataforma sobre la que aplicar mis inquietudes profesionales.

Objetivo

A mi forma de entenderlo, para tener un objetivo espiritual en la vida se necesita primero tener cubiertas las necesidades básicas y que todo esté, de forma general, en orden. Además, es fundamental un autoconocimiento profundo, quizás la tarea más difícil e interminable en la vida; por ello, al menos, se debe haber empezado a conocerse, ya que realmente no hay un final determinado en esta tarea. También veo necesario tener cierta estabilidad emocional y una arquitecura de valores sólida.

No hace mucho he venido trabajando insistentemente en estos aspectos y he empezado a descubrir qué es lo que realmente me haría feliz. Aunque nada es absolutamente cierto o erróneo, hay que aprender a manejar la intuición y confiar en que lo que se considera oportuno es acertado. Una de estas necesidades espirituales es crear algo que aporte valor real al mundo, ya sea a través de escritos, transmitiendo aprendizajes a mi círculo, reflexionando o intentando llegar a conclusiones únicas que definan mi individualidad. Y, como suele ocurrir, necesitaba aplicar estas necesidades al ámbito profesional; fue entonces cuando me di cuenta de que no estaba aportando ninguno de estos valores que me definen y, al no trabajar con pasión, crecía en mí una necesidad incontrolable de cambio.

Entiéndase por cambio una pivotación paulatina de mis funciones y responsabilidades en mi rol actual, enfocándome en otro aspecto que me apasiona: la inteligencia artificial. Por lo tanto, mi objetivo actual es la creación y mejora de procesos de negocio aplicando inteligencia artificial (¡toma ya!). Varias personas de alto valor, la propia IA, yo mismo, y, sobre todo, la lógica, me indican que mi lugar está en empresas jóvenes y de tamaño reducido pero con potencial (startups), donde pueda aplicar estas soluciones obteniendo un impacto mucho mayor que en empresas establecidas con procesos rígidos e impermeables a cambios; pero, como me gustan los retos y sueño en grande (e idealista de auto-denomina startup o de “pensamiento startup”), no hay miras a cambiar en este sentido.

Un Poco de Mí, No de Mis Cosas…

Creo que, para el resto de la gente –y sobre todo para quienes no pertenecen a mi círculo más cercano– soy “un rarito”. No tengo Instagram ni X, uso muy poco (y espero pronto nada) TikTok; mi WhatsApp se reduce a cuatro chats y un grupo. Intento leer todo lo que puedo, odio la dopamina barata y prácticamente nunca salgo de fiesta, aunque disfruto muuucho de una cerveza (una primera, una segunda, …) y de charlar en bares de vez en cuando. No soy fanático de ningún equipo deportivo ni de partidos políticos (estos últimos me repugnan). No gasto mi dinero en aparentar (¿a quién?), rehúyo el “qué dirán”, esquivo cotilleos y trato de no criticar gratuitamente. Todos los días intento todo lo anterior, y, como soy una persona normal y corriente, no todos lo consigo, pero eso da igual.

Por otro lado, soy de gustos muy cambiantes; digamos que mis hobbies y formas de pensar cambian constantemente, en esto último solo en lo menos sustancial. A día de hoy me encanta andar por el campo, a ser posible uno bonito y, preferiblemente, solo, aunque también con amigos; pero lo considero planes distintos, el primero de ellos es de pensar e instrospección, y el segundo una quedada con amigos pero en el campo. Ahora me ha dado por leer, ver y escuchar a Mario Conde hasta la saciedad, quien para el grueso de la población es visto como un ladrón, pero nada más lejos de la realidad, a mi me inspira y motiva de sobremanera. Viajar, plan que siempre orbita en mis pensamientos. Ponga lo que ponga, y por el motivo antes escrito, este párrafo caducará pronto. Aunque algo que espero sea invariable es: pensar, reflexionar, observar, cuestionar, interpretar, producir, influir (lo intentarlo), rechazar, …

Y por último, aunque el amor es una asignatura que siempre suspendo, hay una cosita que nunca me falla y que siempre llevo dentro: Sasha 🐾.

(...)
Sasha saludando
© 2025 Adrián Palomo